Introducción

Quiero descargar lo que siento cada mañana al regresar a casa. Las broncas, las nauseas, algún que otro buen momento, la lástima, la violencia, todo eso. Poder ponerlo en palabras, poder dar a conocer algo de mi vida pagando.

Mi trabajo es, para la mayoría de la gente que conozco, raro. Trabajo en un casino, instalado en los limites entre una villa de emergencia, el barrio más caro de una de las ciudades más caras de Latinoamérica (Buenos Aires), y un barrio pobre pero con una extraña tradición turística (La Boca, descripta también como pintoresca y popular).

Trabajo de croupier. En otros lugares, este oficio se conoce como tallador, pagador o dealer. Más allá de los conflictos colectivos que viví a lo largo de estos tres años, que iré narrando si es que las ganas me acompañan para seguir escribiendo, me gustaría des-ahogarme, escupir todo lo que trago día a día (noche a noche, para ser literales), y recibir un poco de oxigeno, que quizás venga de la respiración boca a boca de los comentarios, o quizás del espacio vacío que dejen las porquerías que vomite - mi puesto de trabajo está a una metros del Riachuelo, el curso de agua más contaminado del mundo -.

Me excuso por mi redacción, hace años que no escribo y estoy tratando de expresar todo esto de manera que lo entienda la mayor cantidad de gente posible, lo demás lo cuento después.

11/5/09

Miedo

Hoy tengo que ir al casino. No voy desde el pasado martes, estuve en cama por un virus gastrointestinal, luego de franco, y finalmente, el sabado a la noche, mientras bailaba en casa de un amigo, me torcí feo el pie.

Ayer llamé y me dijeron que vaya hoy a ver al médico al mediodía. Y tengo miedo, de que no me crean, de que como el médico de la guardia no vio nada extraño en la radiografía y me mandó a tomar un desinflamatorio y a poner frio en la zona afectada, consideren que estoy mintiendo.

Mi miedo se basa en que la semana pasada, cuando avise que estaba enfermo y que no iba a ir a trabajar, el profesional de la salud me dijo que me presente al día siguiente sin considerar mis 38º de fiebre y mi fuertisimo malestar gástrico.

Hasta hace un tiempo el procedimiento era muy diferente, el médico no creia que el empleado estuviese simulando una condición que en realidad no padece. Uno decía que se sentía mal y que no se iba a presentar a trabajar y mandaban a domicilio un médico laboral para encargarse del diagnostico.

Hoy ya no tengo fuerzas para soportar esa desconfianza, el ma-ltrato o incluso des-trato de parte de alguien que estudió supuestamente para atender las afecciones del cuerpo de un sujeto.

Por eso tengo miedo.

8/5/09

Introducción.

Quiero descargar lo que siento cada mañana al regresar a casa. Las broncas, las nauseas, algún que otro buen momento, la lástima, la violencia, todo eso. Poder ponerlo en palabras, poder dar a conocer algo de mi vida pagando.

Mi trabajo es, para la mayoría de la gente que conozco, raro. Trabajo en un casino, instalado en los limites entre una villa de emergencia, el barrio más caro de una de las ciudades más caras de Latinoamérica (Buenos Aires), y un barrio pobre pero con una extraña tradición turística (La Boca, descripta también como pintoresca y popular).

Trabajo de croupier. En otros lugares, este oficio se conoce como tallador, pagador o dealer. Más allá de los conflictos colectivos que viví a lo largo de estos tres años, que iré narrando si es que las ganas me acompañan para seguir escribiendo, me gustaría des-ahogarme, escupir todo lo que trago día a día (noche a noche, para ser literales), y recibir un poco de oxigeno, que quizás venga de la respiración boca a boca de los comentarios, o quizás del espacio vacío que dejen las porquerías que vomite - mi puesto de trabajo está a una metros del Riachuelo, el curso de agua más contaminado del mundo -.

Me excuso por mi redacción, hace años que no escribo y estoy tratando de expresar todo esto de manera que lo entienda la mayor cantidad de gente posible, lo demás lo cuento después.